Acción Nacional: la fuerza de una tradición

Octubre 2025

Javier Brown César

La Nación

Don Manuel Gómez Morin no sólo creó el primer partido político de oposición, a la vez ciudadano y democrático, fundó toda una tradición. Y como bien comentaba Carlos Castillo Peraza “los fundadores de tradiciones no miran hacia atrás; por el contrario, a partir de un enraizamiento sin ambages en el pasado, son capaces de elaborar y dejar como herencia una mirada acertada hacia adelante”.

Y esto es Acción Nacional, un partido fundado por personas decentes, que a lo largo de su historia ha sido capaz de proponer un futuro viable, un porvenir posible. La lucha que comenzó el 14 de septiembre de 1939 no era labor de un solo día, ni aventura pasajera de una elección: recuperar la Nación es una tarea permanente que demanda entrega, vocación de servicio, profesionalismo y disciplina.

La Nación, primer principio de doctrina de 1939, está conformada por un entramado de sueños y esperanzas: es el proyecto que la ciudadanía se da a sí misma, enraizado en una memoria común y vinculante, en la medida en que el gobierno encarna los ideales y anhelos ciudadanos. Cuando esto no sucede, cuando un régimen faccioso secuestra el proyecto de todas y todos, para convertirlo en la aventura política de un grupúsculo, se secuestra el futuro y se anulan los sueños y las esperanzas.

El PAN nació como el primero, y hasta ahora único partido doctrinario. Una doctrina que no es sólo un conjunto de principios esenciales y fundacionales, sino un cuerpo vivo de pensamiento y de acción. Con acendrada convicción, el PAN ha defendido históricamente la dignidad humana, y luchado frontalmente contra la cultura de la muerte, bajo el ideal de una vida mejor y más digna para todos. Fuimos el primer partido que habló de derechos humanos, de protección del medio ambiente, de transparencia y profesionalización de la administración pública, de libertades democráticas, de elecciones libres, de la autenticidad de la representación política y del necesario decoro y decencia en la vida pública nacional.

Como alternativa democrática, nos hemos caracterizado históricamente por el diálogo, la auténtica tolerancia, la inclusión, la pluralidad y la libertad con responsabilidad. Fuimos los primeros que propusimos el pleno reconocimiento a los derechos de las mujeres, el voto libre y secreto, la credencial para votar con fotografía, la existencia de órganos electorales imparciales y de tribunales independientes del gobierno. Éramos demócratas cuando la mayor parte de América todavía no era democrática; éramos una fuerza democratizadora antes de que iniciaran muchas transiciones, que instauraron libertades y garantizaron elecciones transparentes.

Desde el Poder Legislativo iniciamos una rica y portentosa tradición de debate de altura, desde 1946, con nuestros primeros cuatro diputados federales. Fuimos los primeros en proponer la existencia de instituciones que después cobraron vida. Propusimos el seguro social universal como una alternativa al desamparo, insistimos en la necesidad imperiosa del reparto de utilidades, fuimos pioneros en la creación de un Instituto para el Desarrollo de la Comunidad, así como del Instituto Nacional del Consumidor y de la introducción en la Constitución de la promoción y defensa de los derechos humanos.

Desde nuestra fundación, abrimos al partido por completo a la participación viva y activa de las mujeres y fuimos los primeros en tener una sección femenina, promotora de los derechos de las mujeres, con la convicción expresada por María Ignacia Mejía de que: “Acción Nacional no sólo quiere despertar en la mujer el anhelo de realizar un ideal, sino que se empeña en capacitarla para realizarlo de verdad, que si su papel al lado del hombre es el de inspiradora consejera e impulsora, pueda encontrar en ella la inspiración noble y genial, el consejo inteligente y atinado, la frase alentadora y eficaz”.

Nuestra misión original, consistente en despertar la adormecida conciencia ciudadana, se ha inspirado desde entonces en la filosofía perenne del humanismo político, huella distintiva del Partido. El humanismo político postula la centralidad de la persona humana y la subordinación del Estado, la política y los partidos políticos a la concreción de los ideales de realización personal, bajo un orden político caracterizado por la promoción del desarrollo de todas y todos por igual.

El auténtico humanismo promueve un orden social justo, bajo el principio de solidaridad, que postula la indispensable relación entre la persona y la sociedad, su dependencia mutua y la necesidad de hacer frente a todo aquello que conlleve dolor humano que puede y debe remediarse con medios políticos. El auténtico humanismo desprecia los programas clientelares que esclavizan y humillan a las personas, y en su lugar promueve políticas de desarrollo social que tienen como objetivo ampliar libertades y promover capacidades, bajo el principio de subsidiariedad.

Desde su fundación, Acción Nacional ha abogado por el auténtico humanismo político, ese que no permite que una sola persona sea sacrificable en aras de proyecto alguno, y cuya convicción profunda es que si el bien común atentara contra el fin trascendente de una sola persona dejaría de ser bien y dejaría ser común.

Desde nuestros gobiernos, comenzando por la primera alternancia municipal en Quiroga en 1946, instauramos un nuevo modelo basado en la cercanía con la ciudadanía, la rendición de cuentas, la mejora de los espacios públicos y la promoción y defensa de las comunidades intermedias, comenzando con la familia. Ahí donde gobernamos cambiamos la vida de las personas, ofreciendo nuevas esperanzas y un futuro viable para las personas y sus familias.

El PAN es hoy receptor de una rica herencia que se expresa en un legado único en México. Dicho legado está respaldado por una memoria siempre viva: el PAN es el único partido que cuenta con archivos históricos preservados desde su fundación y organizados bajo estándares técnicos, contamos además con un enorme acervo bibliográfico y documental, producto de la vasta producción de intelectuales y escritores.

En la mitología griega, Atlas era un titán que sostenía la tierra sobre sus hombros. Hoy, a 86 años de distancia, las y los panistas de estos tiempos, tenemos a cuestas la tradición heredada por auténticos titanes de la política. Y, además, con orgullo, detentamos hoy el récord de tener la revista política de mayor tradición e impacto en México. Con 84 años a cuestas, La Nación se fortalece con cada nueva entrega y en cada nueva época, para seguir ofreciendo a la ciudadanía, una voz crítica, serena, reflexiva e inteligente, fiel a sus orígenes y a su rica tradición.