Crisis o apocalipsis: el mal en nuestro tiempo. Javier Sicilia & Jacobo Dayán
Agosto 2025
Julio Castillo López

En un tiempo en el que la violencia deja de ser un hecho excepcional para convertirse en paisaje, Javier Sicilia y Jacobo Dayán nos invitan a detenernos en una pregunta que, por incómoda, preferimos no mirar: ¿estamos en una crisis más o asistimos al apocalipsis de nuestra civilización? El libro, que es diálogo y testimonio, reflexiona desde la experiencia personal y desde la memoria histórica, con un ojo en los campos de exterminio del siglo XX y el otro en las fosas clandestinas del México contemporáneo.
Uno de los puntos más inquietantes que recuperan es la tesis de Alec Ryrie, historiador del cristianismo en Durham, quien advierte que hace un siglo la figura moral más importante en Occidente era Jesucristo; hoy, lo es Adolf Hitler. Sicilia y Dayán lo citan sin matices: “Seguimos creyendo que Jesús es bueno, pero no con el fervor y la convicción con que creemos que el nazismo es malo… La esvástica tiene mucha más fuerza. Si juegas o bromeas con ella, te conviertes en un monstruo”. El problema es que el ícono oculta que no se acabó el mal con su muerte, siguió en otras dictaduras y en otros genocidios que se ignoran o simplemente se voltea hacia otro lado cuando se mencionan. Es un retrato de época: en la era de la posverdad, el mal se ha convertido en el último referente moral incuestionable.
Desde ahí, el libro se mueve entre la filosofía, la historia y la memoria de las víctimas. Sicilia recuerda a Levi, Wiesel, Semprún, Celan, Jaspers, Adorno y Horkheimer, para advertir que el Holocausto no fue un accidente, sino la consecuencia ideológica de un proyecto de civilización que se quebró. Y entonces aterriza el golpe: lo que hemos vivido en México desde 2006 no es sólo un episodio más de violencia criminal, sino un desfondamiento humano comparable a los grandes horrores del siglo pasado. “Cuando te asesinan a un hijo como asesinaron al mío, es Auschwitz; cuando te lo desaparecen… es Auschwitz… Las víctimas no podemos olvidar ni callar, sólo podemos hablar desde lo quebrado y lo roto”.
El diálogo entre ambos autores tiene la virtud de no quedarse en la denuncia moral. Reconocen que callar es imposible, pero también que la sordera social es constante. Revisan genocidios del siglo XX y las nuevas formas de autoritarismo del XXI, sin caer en la tentación de las analogías fáciles: el populismo actual —dicen— no es el fascismo del pasado, sino su caricatura, un remedio torpe pero igual de peligroso.
Dentro de las cosas que mencionan y no coincido es poner el inicio de la violencia en el 2006 en México y la comparativa constante entre el EZLN y el Movimiento para la Paz con Justicia y Dignidad que encabezó el autor. El libro es fuerte porque es pesimista hacia el futuro y afirma que el proyecto civilizatorio que se fundó en los conceptos romanos y cristianos de solidaridad con el prójimo se ha terminado.
No sé si vivamos el final de una época o de la humanidad, o si estemos en el momento más violento y desesperanzador de la historia, pero sin duda estamos ante la normalización del horror y ante la desaparición de la línea que dividía a la autoridad del crimen organizado. Así como los autores retratan el partido de futbol que se jugó entre las SS y los Sonderkommando junto a los hornos crematorios como la expresión del envilecimiento extremo, del horror inconcebible, —no sólo porque se jugaba a las puertas del infierno, entre víctimas y victimarios, sino por su aparente “normalidad”— hoy vemos realidades como Teuchitlán sin mayor asombro que una noticia más.
Crisis o apocalipsis es un libro que exige tiempo y silencio, que incomoda y a la vez acompaña. No es una lectura que dé respuestas rápidas, sino que abre preguntas que pesan: ¿dónde está Dios cuando se instala el mal?, ¿Cómo preservar la dignidad humana en medio de la barbarie? Y, sobre todo, ¿qué hacemos, aquí y ahora, para que esta no sea la última página de nuestra historia?
Julio Castillo López es Presidente de la Fundación Rafael Preciado Hernández.
